- No puedo evitar llorar un poco mientras escribo esto, soy así de emotiva.
La mayoría de nosotros no queremos recordar lo "triste", "turbulento" o "difícil" que nos sucedió en el año sin embargo, de ahí es donde más aprendemos. En el 2013 tuve que destruir y reconstruir mi vida casi por completo, viví muchos meses pasando de un momento doloroso a otro más doloroso. Me tuve que desenamorar, luego me enamoré otra vez y de nuevo hubo que soltar y desenamorarme. Fui lo suficientemente valiente para pedir ayuda, buscar a las personas correctas para que me lanzaran la soga y poder finalmente salir del pozo en el que caí. También me despedí de algunas personas que no me aportaban sino que restaban. Todo eso me llevó a aprender que querer vivir fuera del "aquí y ahora" es muy peligroso, me pierdo fácilmente en los laberintos de mi mente.
De lo muy bueno que hubo: Viajes no planeados, nuevas amistades, el reencuentro conmigo misma, el conocerme mucho mejor, música y amor. Música y amor por todos lados.
Mi lección más importante: Recordar que siempre me tengo a mí misma y que la única que puede transformar mi vida soy yo, que la única que tiene injerencia sobre mis sentimientos, soy yo. Que la forma en la que vivo mi vida, depende de mí. Recordar que soy fuerte para aguantar el temporal.
La segunda más importante: Aprender a soltar todo aquello que se ha ido o que me lastima o simplemente no me aporta. "Desapego son los sueños que dejas hoy volar a un futuro sin tí" "Desapego es el momento en el que miras al pasado, y ya no duele más" (Sabias palabras de mi talentoso amigo Andrés Torann).
La tercera: Existen personas que me quieren mucho más de lo que yo imaginaba y que son reales, ahí siguen abrazándome cuando lo necesito, ahí siguen para recibir y agradecer lo que yo quiera darles. Ese amor también yo lo he cultivado, es maravilloso lo que ha crecido.
La cuarta: La música jamás me abandona, es mi guía y mi mejor terapeuta.
La quinta: A ser paciente, especialmente conmigo misma. La constancia y disciplina mueven montañas.
La sexta: Pagaré el precio que sea por mi libertad, y vivir de acuerdo a mis principios.
La séptima: Que me digo mentiras, que me dije mentiras. El truco está en detectarlas para entonces, cambiarlas por la verdad. Sí, esa que luego no nos gusta ver.
La octava: El amor no se destruye sólo se transforma. El amor está en todos lados, lo mejor es vivirlo sin etiquetarlo sin querer aprisionarlo simplemente estando en armonía con el Universo, está uno rodeado de amor.
La novena: No soy inmune al dolor, no puedo serlo a menos que se me trastorne mi sistema nervioso. "No querer sentir dolor", es igual a decir "No quiero vivir". Aprender a vivir con el dolor es fundamental para seguir adelante. Porque nada es para siempre. Ahora valoro más los momentos de alegría y gozo.
La décima: Que me puedo enamorar una y otra y otra y otra vez, siempre y cuando no caiga en las garras del apego. También con este respecto aprendí a dar todo el corazón y que si no lo quieren, llevármelo conmigo INTACTO, listo para quien lo quiera recibir completo y entregar el suyo también.
La decimoprimera: Ahora entiendo por qué no puedo "querer lo que quiero". Entonces ahora sí puedo llevar una vida sin expectativas, finalmente.
Al irse este año, se van con él muchas historias, algunas terroríficas, otras fantásticas. Me quedo con el aprendizaje obtenido para iniciar el ciclo que viene: Mucho más fuerte, madura y segura de que alcanzaré todos mis sueños, y que habrá por sobre todo mucha música y amor.
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