Ya no habrá más poemas o canciones, ni historias para ti o que me inspires. Aprendí que la distancia -geográfica y emocional- poco a poco va matando las pasiones. Regreso al status previo de relacionarme contigo de forma puramente intelectual. ¡Por fin regreso a la racionalidad! ese rincón tan exacto y cómodo en el cual no hay conflicto. Sé que echaré mucho de menos el caos y las hormonas y los acelerones de adrenalina pero... por ahora disfruto de la pausa. Realmente me gustabas para mí. No para siempre pero sí para una temporada, en lo que las diferencias, el tedio, la rutina, nuestras obesiones, neurosis, o mis fallidos intentos por mantener a raya el apego (ergo, los celos) terminaran por separarnos. Sí, quizá nos iba a doler, quizá solo a mí pero... "Anything that makes your heart race is probably worth doing". Hablo en pasado pues cuando cierro puertas ignoro si volverán a abrirse... No, espera eso no es del todo correcto: las puertas que cierro jamás vuelven a abrirse... Quizá se abra otra para "nosotros", quizá no.
Mi corazón (como sinónimo de emoción) se despide hoy de tí. No hay camino emocional que no sea imperfecto. Estuvo el "viaje" muy intenso. Pude aplicar, olvidar y volver a recordar el aprendizaje obtenido. Es necesario despedirse ya que siento que tú no me sientes, y siento más que tú no me sientas. Ya no me das fuerza, sino que la restas. Agradezco lo que me diste pero sobretodo: gracias por lo que no me diste, lo que no hiciste, por lo que callaste, por las expectativas que no cumpliste. No es sarcasmo, es verdadero agradecimiento porque por fin pude hacer conscientes varios de mis puntos débiles, y también tuve la oportunidad de transformarlos en fortaleza y en auto-apreciación. Fue gracias a las noches de desvelos febriles -en los cuales se me desataban todos los demonios y luchaba contra la frustración de no tenerte, de saberte lejos, de saberme no correspondida en los sentimientos- que pude entender mejor el proceso del enamoramiento, del apego y del inconmensurable valor de aprender a soltar. Soltar no es cosa de pensarlo o decirlo, es de hacerlo y ahí es dónde me hacía falta aprender: en el cuerpo. No hay desprendimiento indoloro, pero es un dolor con el que se puede aprender a vivir, pues implica un concreto beneficio al final: Mi libertad.
Todos los finales llegan, hoy escribo el nuestro, con un beso... Bien dado.
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